viernes, 31 de octubre de 2014

Cooperativas por el mundo: Juan Valdez


Hoy comienzo una nueva sección del blog en la cual hablaré de cooperativas en el mundo. Hoy en día, con tanta globalización y mentalidad corporativa multinacional, pienso que es buena idea señalar que hay esfuerzos comunitarios que buscan hacer un mundo mejor, y que algunos de ellos existen desde mucho antes que la mayoría de las corporaciones. Se merecen un reconocimiento.

Y no hay mejor sitio por dónde empezar que el mismo edificio donde está la Cooperativa de Ahorro y Crédito de la OEA. Porque en la dirección 1889 Calle F NW en Washington no hay una sino dos cooperativas. La nuestra, y otra que es muy popular a la hora del desayuno y después del almuerzo, Juan Valdez.


Juan Valdez es la cara de la Federación Colombiana de Cafeteros. La federación es una cooperativa que fue fundada en 1927 con el propósito de proveer una mejor calidad de vida a los cafeteros de su país. Desde entonces, se han embarcado en muchas empresas, grandes y pequeñas, siempre para mejorar las condiciones de vida de sus socios. Y algunas de tales empresas han sido ejemplares:

En 1946 crearon la Flota Mercante Grancolombiana. Al lanzar su flota propia, la cooperativa pudo en muchos casos deshacerse de los intermediarios, que les costaban dinero, y así ahorraban en exportaciones. Este había sido siempre un gran problema para los cultivadores y fabricantes de pequeña y mediana escala. La flota también abrió nuevas rutas para la venta y distribución directas del café colombiano.

En 1954 también abrieron su propio banco cooperativo (que, si bien similar a nuestras cooperativas actuales, no era lo mismo): El Banco Cafetero. Esta institución fue creada con el propósito de facilitar y financiar la producción, cosecha, procesamiento, trasporte y exportación del café y cualquier otro producto agricultor (véase Wikipedia). Con el pasar del tiempo este banco llegó a ser el tercer más grande de Colombia.

También crearon su propia mutua de seguros, porque no se sentían satisfechos con las pólizas abusivas que les ofrecían las aseguradoras nacionales para el almacenamiento y transporte del café.

Asimismo, la Federación fue la que creó el icono de Juan Valdez, la imagen del hombre con su mula que se ha convertido en el embajador del café colombiano en el mundo entero.

Se puede decir con facilidad que esta cooperativa ha sido responsable del reconocimiento mundial del café colombiano. Hoy en día Colombia es el mayor productor del mundo de caffea arabica, la variedad del café de mayor consumición del planeta. Y la Federación representa a unos 500,000 cultivadores de café en su país.

Para poder ofrecer sus cafés a la venta al pormenor en otros países, la Federación creó una corporación en 2002; es lo que hoy se conoce como Juan Valdez café. Y aunque es una corporación, hacen grandes esfuerzos por la comunidad, el medio ambiente, y a favor del desarrollo sostenible. Invierten en programas de protección forestal, mantenimiento de rutas migratorias de los pájaros autóctonos a las zonas cafeteras, así como la reducción del impacto que el procesamiento del café tiene sobre el medio ambiente.

Mucha gente desconoce esto, pero Colombia fue el primer país en poner un impuesto sobre la venta de su café para ayudar a limpiar la polución causada en su procesamiento. En su día esto hizo que el café colombiano fuese un tanto más caro que el resto, pero con el pasar del tiempo se aceptó la lógica de este impuesto y ha sido implementado en muchos otros países cafeteros.
Entrada de Juan Valdez Café
Foto: John Lamm


En Juan Valdez se puede comprar cafés de sus proyectos sostenibles, como cafés orgánicos, de bosque, o de zonas especiales en las rutas migratorias de aves.

Además, si vais a sus cafés podéis apreciar el embalaje y empaquetamiento únicos de muchos de sus cafés y otros productos. Estos han sido creados por artesanos colombianos que Juan Valdez contrata por la belleza única de sus sacos y cestas hechos de jute, fibra del banano y otros materiales locales.

Para mi Juan Valdez es un gran ejemplo de cómo la gente que trabaja mano a mano por el bien de todos puede llegar muy lejos. Y esa es la idea del movimiento cooperativista global.

Así que la próxima vez que os apetezca un café y tengáis para elegir entre la multinacional de Seattle y la el café de la cooperativa de la esquina, espero que hagáis una elección consciente de su valor social añadido.

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