sábado, 10 de enero de 2015

La vida (financiera) tras el matrimonio


El año pasado escribí sobre temas específicos que afectaban a las parejas de hecho, y las vías legales que estaban a su disposición para confirmar propiedades individuales y compartidas. Hoy voy a discutir los aspectos financieros y legales que conlleva el casarse.

Al vivir solteros todos aprendemos –algunos mejor que otros- a manejar nuestras fianzas: a pagar las facturas, los créditos, cuánto adjudicar a la compra de alimentación, al entretenimiento, y otras necesidades. E independientemente de cómo lo hagamos de bien, todos tenemos un presupuesto más o menos fijo y una manera personal de manejar el dinero.

Cuando tenemos pareja y el tiempo pasa, dependiendo de los planes conjuntos, creamos

un sistema que funciona bien para ambos. Aquellos que no tienen intención de contraer matrimonio por cualquier razón pero quieren legalizar su estado, desarrollan también un sistema financiero para su hogar.

Y aquellos que deciden casarse aprenden que las cosas cambian después. Incluso parejas que llevan mucho tiempo compartiéndolo todo cambian de dinámica al decir ‘sí quiero’. Y el tema financiero también se altera.


¿Existe un impuesto sobre el matrimonio?
Sí, pero no para todo el mundo. Las parejas de ingresos bajos y medios no se ven afectadas al casarse, el fisco simplemente lo dobla todo: ingresos, obligaciones y créditos. Pero cuando se generan más ingresos la cosa cambia. Así que si uno de vosotros gana bastante más que el otro, el que gana menos se puede ver pagando más impuestos que antes.

¿Qué sucede con vuestras deudas individuales anteriores?
Este es un tema delicado. En muchos casos no hay ningún problema. En otros uno se casa y se entera después que su cónyuge tiene seis cuentas en mora. ¿Nos hace responsables el matrimonio por las cuentas anteriores del otro?

La respuesta es no. Las deudas adquiridas por cada cónyuge antes de casarse son suyas exclusivamente. Si os llama una agencia de mora y os acosa diciendo que ahora sois responsables, sabed que es mentira y por ley no pueden acosaros.

Pero ya que estamos en el tema… deberíais tener un sistema de comunicación abierto antes y después de contraer matrimonio.


Hablar de vuestras finanzas antes de la boda, no después. Aunque dé vergüenza.
Cuando se establece un núcleo familiar, todo pasa a ser un esfuerzo conjunto: el dinero, las cuentas, las deudas y los activos pierden sus títulos individuales, y algunas cosas lo hacen más literalmente que otras. Por eso, y antes de juntarlo todo, hablad de lo que tenéis: deudas, ahorros y propiedad. Y si tienes muchas deudas deberías decirlo, no ocultarlo. Al fin y al cabo, si bien a tu pareja puede no gustarle que debas tanto ¿cómo crees que se lo va a tomar cuando se entere después?



Los dos deberíais saber lo que gana el otro, lo que debe y si llegan a fin de mes o tienen dificultades financieras. Porque si no podéis compartir y manejar vuestro dinero conjuntamente, difícilmente vais a poder entablar decisiones serias como la compra de un hogar o el tener hijos. 



Hablar de metas
Sin pensarlo, muchos se casan con expectativas completamente distintas sobre su futuro, sobre todo a plazo corto. Él quiere Macmansión e hijos ya, pero ella quiere viajar durante las vacaciones y tener hijos sólo después de cumplir treinta y dos años, y de haber pagado sus préstamos universitarios. Al no discutir esos temas muchos cónyuges se han visto en planes de pareja y/o familia que no deseaban.

Por eso debéis hablar de vuestro futuro: ¿qué es lo que queréis que cambie en el primer año de matrimonio? ¿Tenéis algún plan que queréis empezar? Y ¿en los próximos 5 años? ¿Cuándo queréis tener hijos? ¿Queréis hijos? A algunos esa les parecerá una pregunta extraña pero de siempre ha habido muchos adscritos a la política de población en equilibrio, lo cual es muy encomendable, pero ambos deben estar de acuerdo. ¿Quizás queréis viajar todos los años y debéis ahorrar para eso? Y vuestros planes de jubilación ¿qué son? ¿Queréis comprar casa inmediatamente? Son muchas incógnitas grandes.

Y, recordad: si los dos trabajáis y tenéis seguro médico y de vida individuales, deberíais consultar los planes de ambos seguros para parejas, ya que seguro que el plan de uno de los dos es mejor y os ahorraría dinero al ser en pareja.



Una empresa familiar
Ahora que los dos conocéis las finanzas del otro y os habéis puesto de acuerdo sobre
algunos temas a corto, medio y largo plazo, podéis juntarlo todo y crear un sistema conjunto.

Y con eso me refiero a la creación de un presupuesto familiar. Así juntáis vuestra voluntad de compartirlo todo como familia y podéis embarcaros en vuestra vía al futuro conjunto. Aquí tenéis instrucciones de cómo hacerlo.

Las tareas financieras del hogar: evitar los estereotipos
Cuando lo tengáis todo organizado, el presupuesto, las metas, queda una cosa por hacer: decidir quien va a hacer cada cosa.

Debéis decidir quien va a pagar las facturas cada mes, y quien va a preparar las declaraciones de la renta para calcular los impuestos. ¿Invertís en bolsa, fondos mutuos, o bonos? Averiguad quien de los dos sabe más de estos temas y dividid las tareas de acuerdo a eso. Evitad el cliché de que los hombres deben manejar el dinero, porque cada cosa la debería hacer la persona que sabe más del tema o, de ser igual ambos, el que tenga más tiempo. Y aun así, ambos cónyuges deberían estar siempre al día sobre los temas financieros del hogar.

¿Conjuntamos las cuentas o seguimos cada uno con la suya?
Eso es cosa vuestra. Algunos cambian a una cuenta, otros no. Hablado y decidid lo que os parezca bien.
Personalmente pienso que si ahorráis al tener solamente una cuenta, esa es la mejor opción. Facilita además que uno de vosotros pague las facturas mensuales. Y ya que estamos, si en la actualidad tenéis un sistema tipo “yo pago la comida y tú las facturas”, recomiendo que lo desechéis, sobre todo si mantenéis cuentas separadas. Tenéis sueldos distintos y gastos distintos, y tanto el precio de alimentación como las facturas del hogar pueden cambiar drásticamente de mes a mes; buscad la manera de juntar por lo menos parte de vuestro dinero todos los meses para que esos gastos comunes sean compartidos.

¿Y qué pasa con créditos nuevos o si queremos tarjetas de crédito?
Podéis adquirir nuevas obligaciones juntos a separados. La decisión es vuestra pero ambos deberíais estar siempre informados de las deudas del otro. También debéis tener en cuenta que hay estados con leyes de sociedad conyugal que indican que cualquier deuda incurrida por un cónyuge (una vez casados) es obligación de ambos. Los estados con sociedad conyugal son Arizona, Colorado, Idaho, Luisiana, Nevada, Nuevo México y Texas. Alaska también, pero da la opción al otro cónyuge a decir que no es su deuda antes de que se apruebe el crédito. Asimismo hay muchos países con leyes de sociedad conyugal así que si leéis esto desde fuera de EE.UU., averiguad con el ministerio de justicia de vuestro país.

De cualquier modo, es buena idea que cada uno tengáis por lo menos una tarjeta de crédito

sólo a vuestro nombre. Así, en caso de separación, divorcio o muerte (siempre digo que hay que ser pragmático) cada uno tendrá su propio historial de crédito individual.

Hablar de dinero
Con el tiempo todos tendemos a caer en la desidia de la rutina y dejamos algunas cosas ir sin prestar atención. No hagáis eso con el dinero. Aunque todo vaya bien, proponeos hablar periódicamente sobre el estado de las finanzas, vuestras metas, y discutid nuevas ideas. Vuestro dinero es responsabilidad de ambos, y como con todas las cosas en esta vida, la responsabilidad se hace mucho más llevadera con compañía.

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