viernes, 10 de julio de 2015

Cuando Ocurre lo Impensable


Ha llegado el momento de la verdad. Los griegos, como era de esperar, han votado no a negociar más con la Unión Europea en lo que se refiere a recortes a cambio de ayuda. Y lo que es más interesante, votaron no a petición expresa de su primer ministro, Alexis Tsipras, un hombre que siguiendo con su promesa antes de ser elegido ha enfrentado a Grecia con los poderes europeos.

La semana pasada el presidente de la Comisión Europea,
Jean-Claude Juncker advertía que un no en el referendo
significaría un no a la pertenencia griega en la UE.
El voto al no además fue rotundo, con más del 68%. Pocos días antes del referendo, el presidente de la Comisión Europa les dejaba claro a los griegos en una rueda de prensa que votar al no significaba votar no a Europa y a la zona euro. Parece ser que están de acuerdo con eso.


Pero ¿cómo hemos llegado a este punto?


Grecia ha sido siempre uno de los países moderadamente pobres de Europa, como España. Una nación que vivía del turismo y la exportación agricultora. Y como todos los países muy viejos, una nación con altos niveles de corrupción, venta de favores e intereses privados. Cuando comenzaron el proceso de entrada a la entonces llamada Comunidad Económica Europea –la Unión Europea de hoy- en 1975, hubo muchos escépticos. Los sistemas de cuotas y estipendios agrarios afectarían negativamente a los granjeros griegos, y también había que tener en cuenta el conflicto reciente –pero sempiterno- con Turquía; además, los vecinos del norte se temían una oleada incontrolada de inmigrantes griegos en sus fronteras.

Pero al final, la necesidad de afianzar la paz y estabilidad en el sur de Europa –tened en cuenta que esto fue durante la Guerra Fría- fue el factor decisivo, y Grecia se unió a la Comunidad en 1981. De hecho su acceso fue el peldaño de entrada para España y Portugal.

¿Y entonces?


Como otros países, Grecia abandonó su dracma de poco valor en favor del euro en 2001. En esos tiempos la Unión Europea empezaba a darse cuenta de que los informes no habían sido del todo honestos cuando Grecia pidió la anexión. Para empezar, el gobierno griego tenía un sistema de recaudación fiscal desastroso; pero además, el problema de la corrupción interna estaba mucho más arraigado de lo que se habían imaginado. Cuando se hizo un examen detallado se llegó a la conclusión de que Grecia había mentido en sus informes de acceso a la UE y que su deuda era muchísimo más grande que la declarada. Pero para entonces ya era demasiado tarde.
Manifestaciones en Grecia
El hecho de haberse unido a la UE, que conlleva limitaciones en la metodología para aprobar cambios legislativos hizo que los cambios drásticos para mejorar sus recaudaciones y recortar las pensiones (que eran ridículamente generosas), claramente necesarios, en Grecia fueran muchísimo más difíciles de aprobar e implementar. Pero además, como su moneda ahora era la moneda común europea, no podían devaluarla para mejorar las exportaciones. Y sé que los impuestos y las pensiones parecen poca cosa cuando se habla del presupuesto interno de un país, pero en el caso de Grecia hay que tener en cuenta que un estudio realizado en 2012 demostró que el ciudadano medio griego ganaba un 92% más de lo que declaraba ¡el ciudadano medio!, y sus pensiones eran un 68% más altas que las europeas… así que para poder permitírselo todo, el gobierno griego se dedicó a pedir préstamos por debajo de la mesa de algunos bancos poco escrupulosos en Estados Unidos (JP Morgan Chase y Goldman Sachs); mientras el déficit máximo permitido dentro de la zona euro era del 3% del producto doméstico bruto, al salir todo al aire resultó ser que los griegos debían ya el 12%.

En todo ese tiempo, los griegos disfrutaron de la falsa burbuja económica junto al resto de Europa, la cual estalló en 2008. Y cuando ocurrió, fue el doble de duro en el país heleno.

Si Grecia hubiese tenido todavía la dracma, podría haber impreso dinero para compensar, y así acelerar su economía. Pero al no poder hacerlo, cuando la zona euro impuso las primeras medidas de austeridad para intentar controlar el comportamiento desmedido de Grecia, sus ciudadanos de a pie, sus políticos corruptos y los empresarios que los tenían comprados, de repente no tuvieron ningún sitio de donde obtener dinero, especialmente ahora que los bancos estadounidenses se hallaban inmersos en una enorme crisis. Todo esto llevó a Gracia a una espiral económica negativa que les forzó a pedir grandes ayudas dos veces de la UE, en 2010 y 2012. Cada paquete contenía préstamos, junto a obligaciones de recortes y reformas, los cuales hicieron imposible que Grecia saliese de su crisis y que, de hecho, causó una depresión económica mucho mayor. Y aquí, en vísperas del tercer paquete de ayuda, los griegos quieren que se ponga el freno al proceso. Porque es verdad, la UE cometió un gran error al imponer estas medidas de austeridad –recortes en servicios sociales, pensiones, subvenciones de desempleo, educación y cuidado médicos, además de los despidos masivos de empleados del sector público que ayudaba con el desempeño de todos servicios ahora recortados- y al mismo tiempo demandar enormes cambios legislativos que servirían para recortar aún más esos servicios, y acrecentar un nivel de desempleo que ya es enorme.

Creo que no hay ninguna economía mundial que sería capaz de sobrevivir estas medidas sin tener control de su propia moneda. Comprendo que estas demandas se han efectuado para calmar las inquietudes de los votantes en los países que han prestado los fondos, pero fue un error, prestar cono un economista pero imponiendo condiciones de político, y es lo que le hemos hecho a Grecia. Nosotros, a través de las manos de los políticos a los que hemos votado, y ahora tenemos que acarrear con las consecuencias. 

Las banderas de la UE y Grecia
vuelan en la Acrópolis de Atenas
Que quede bien claro. Lo que ha causado la crisis griega, la gota que colmó el vaso, fueron las medidas de austeridad que estaban diseñadas a ayudar al euro, especialmente los países del norte -Alemania y compañía- cuando empezó la crisis en 2008, a costa de mayores pérdidas entre los países pobres de la UE, entre ellos no solo Grecia sino también España e Irlanda. Hoy en día es obvio que existen dos bandos dentro de Unión, y que toda decisión aprobada siempre parece beneficiar los intereses alemanes y de otros países ricos –aunque siempre de Alemania-, mientras que aquellas que irían en su detrimento nunca ven la luz del día.

Y es que está claro que aquí nadie tiene derecho a tirar la primera piedra.

Ahora ¿qué?


Pues según escribo, suspiro, perpleja. Mi opinión es que esto no va a funcionar. Grecia va a ser el primer país de la zona euro en ir a la quiebra; puede que deje la Unión Europea. Sería lógico dejar el euro, por lo menos. Pero muchos dicen que los griegos no saben lo que se hacen, diciendo que no, que no pueden salir del euro porque nadie les va a prestar nada si se van.

La historia nos ha enseñado muchas veces que siempre hay alguien dispuesto a ayudar, por el precio adecuado. Puede que esto lleve a Grecia a buscarse unos asociados un tanto extraños, entre esos que operan fuera del mundo occidental. De cualquier modo, lo van a tener muy difícil, tanto que lo que han vivido hasta ahora parecerá poco en retrospectiva. Aunque una deuda del 175% de su producto nacional bruto (sí en 7 años han pasado de una deuda del 12% al 175%) no es una minucia, y eso es lo que deben, hasta la fecha de hoy, tanto en deuda inicial como a la UE y al FMI: cómo se piensa nadie que Grecia puede pagar esa deuda, y encima querer pedir más…no lo entiendo. En fin. Espero que salgan de esta escarmentados y más fuertes.

Quizás es eso, que se han dado cuenta de que es hora de hacer frente a las consecuencias de lo que han hecho, por si mismos, diciendo no –irónico si consideramos la propia deshonestidad ciudadana, que llevan décadas mintiendo y escapándose de pagar los debidos impuestos-. Son un país muy viejo, con un rico legado histórico, y han sido ya muchas veces personajes principales en eventos que cambiaron el mundo en su día. Quizás este es uno de esos momentos decisivos.

Pero al final, hagan lo que hagan, los griegos tienen que cambiar el modo de hacer las cosas, su visión sobre su propio gobierno, y sus leyes. Tienen que hacer un gran ejercicio de auto escrutinio y empezar construyendo un gobierno y economía basados en la honestidad e integridad. Son la cuna de la democracia, pero tienen que recordar cómo funcionaba. Y tanto la idealista como la realista en mí esperan que lo hagan.

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