lunes, 10 de agosto de 2015

Los Jóvenes Hoy: Un Mundo en Línea. Parte 3

El Sobre Compartir, el Sexting y 
el Ciberacoso



Lee la primera y segunda parte de esta serie.


Son tres temas muy serios que se interrelacionan y por eso hablo hoy de ellos en este artículo final de la serie.

El compartir información y el sobre-compartir

¿Sabíais que los adolescentes entre 14 y 19 años de edad mandan el doble de mensajes SMS al día que los adultos? ¿O que las chicas envían de promedio un tercio más al día que los chicos? Y esto es al margen de su uso de redes sociales. Los jóvenes hablan, mucho y a veces demasiado. Las estadísticas muestran que cerca del 40% de las personas menores de 35 años se arrepienten de haber dado demasiada información sobre sí mismos en línea.

El término “sobre-compartir” es una descripción apta del fenómeno por el cual compartimos demasiada información sobre nosotros mismos y nuestros allegados cuando estamos conectados. También se conoce históricamente como “no saber mantener la boca cerrada”. Existen incluso páginas de consejos para pararnos nosotros mismos los pies (vamos, para adultos) al compartir cosas personales sobre nosotros, nuestras parejas, hijos y allegados.


La clave es entender que es un registro permanente, como decía aquella canción de los Violent Femmes "this will go down on your permanent record", y es lo que hay, que lo que ponemos en línea no es solo un registro permanente, pero además uno que está el línea y que a largo plazo estará disponible para cualquier persona en cualquier momento y en cualquier lugar.

Es lo que tenemos que aprender y lo que tenemos que explicarles a nuestros hijos. Que por ejemplo, con solo poner su número de teléfono en alguna página web durante el espacio de una hora, y cambiando de opinión y quitándolo sirve de poco; si una sola persona lo ha visto y copiado, ya está, puede estar en línea ¡para siempre!

Hay que hacerles entender que todo lo que dicen y ponen en línea deja una huella digital que se puede hallar más tarde, y se puede reproducir. El único modo de hacer que lo entienda alguien, ya sea adulto o joven, es recordárselo una y otra vez. No pongas nada sobre ti mismo/a que no quieres que lo sepa la gente no solo hoy pero también dentro de 15 años. Porque seguirá allí.

Sexting

El sexting es la práctica de enviar mensajes subidos de tono a través del móvil, la tableta, redes sociales o donde sea. También incluye en envíos de fotos provocativas, desnudos o semidesnudos. No creo que nadie se altere leyendo esto. Desde que existen los teléfonos la gente se ha dedicado a hacer llamadas eróticas/sexuales –bueno, quizás esperaron a que dejase de haber operadoras pasando las llamadas, no sé- y con la llegada de chats, el mensajeo, y los SMS con imágenes, era un sencillo proceso evolutivo. Y si lo hacen los adultos, está claro que los jóvenes también.


No voy a juzgar ni a dar sermones, ni adultos ni a jóvenes porque sería irrisorio. Cómo educáis a vuestros hijos sobre la sexualidad humana es vuestra decisión exclusiva. Pero como padres tened en cuanta que la educación sexual, cuando esa educación proviene de vosotros, debería incluir el tema del sexting. La curiosidad sexual es parte del desarrollo natural de una persona, y al margen de vuestras opiniones sobre el tema, debéis preocuparos de cuánto están compartiendo en línea. Si ya están haciendo sexting no podréis pararlo sin quitarles todos los privilegios en línea, lo cual no podéis sin destrozar su vida social de un golpe. Así que sólo cabe hablar con ellos del tema.

Un modo sencillo de sacar a relucir el tema es usando la comparación de poner el número de teléfono personal en un sitio web público. Si dejarlo una hora puedo ponerlo a disposición de cientos de personas, proponed este ejemplo: tu hijo/a envía una foto comprometedora de sí mismo/a a esa persona en la que confían plenamente, alguien con quien están saliendo, con la promesa de que no se la enseñarán nunca a nadie. Pero dos meses después tienen una pelea enorme y cortan. ¿Qué puede hacer el o la ex con la foto?

Hay un consejo que se da a adultos que se puede dar a los hijos si se piensa que quizás están haciendo sexting: que no so pone nunca la foto ni un rasgo claramente identificativo nunca en una foto comprometedora que se vaya a mandar en sexting. Ah, y no penséis que necesitan vuestro consentimiento; si lo van a hacer, no os van a pedir permiso ni os lo van a decir.

Al fin y al cabo, esa es la cuestión, que si quieres que se respete tu intimidad, tienes que hacerlo tú mismo/a también. Lo cual nos trae al tercer tema.

El ciberacoso

Habéis oído del tema, fijo. Pero quizás no seáis que el 42% de los adolescentes declara haber sido acosado en línea por lo menos una vez. La idea del acoso virtual es la misma que en el acoso escolar pero las ramificaciones y dificultades son mucho más peligrosas en el caso del acoso en línea.

En otro artículo hablé del tema del trolling: esa actividad de decirle cosas horribles a otras personas en línea, con la sola intención de hacer daño, escondiéndose siempre tras la seguridad de la pantalla y teclado propios, con la idea de que como no están delante, no son vulnerables a las represalias. Es uno de los hábitos más feos de la socialización en línea, y los adolescentes son hachas haciéndolo. Pero que conste, que los adultos lo hacen también.


Bueno, pues el ciberacoso es el proceso de acosar y hacer daño a una persona usando tecnología en línea. Puede consistir de rumores, entradas sobre alguien en foros, el mostrar chats que ocurrieron en privado, enseñar fotos comprometedoras, troleando repetidamente, y animando a otros a hacer lo mismo, todo con la intención de humillar a esa persona.

Es parecido al acoso escolar pero mucho peor. Porque si piensas que no es igual que el acoso escolar, es porque no entiendes que, a diferencia del acoso físico, el ciberacoso les sigue a casa y se mete dentro con ellos. Está en sus teléfonos, ordenador y tabletas. Puede destruir el respeto y confianza en uno mismo, y la salud mental. Quizás pensáis que suena exagerado, pero os pongo un ejemplo: una joven que intentó suicidarse tras meses de ciberacoso, cuando se recuperó y volvió a abrir un programa de una de sus redes sociales. Se encontró con no un mensaje sino muchos de jóvenes –algunos que ni conocía- diciéndole que ni siquiera era capaz de suicidarse bien y que probase con otra marca de lejía (el método que había intentado inicialmente). Se llamaba Amanda Todd y murió a los 15 años.

El acoso virtual no se puede paliar con sugerencias al estilo “ignórales” o “verás cómo se olvidan de ti pronto y se meten con otro/a”. Esos consejos, según los especialistas en el tema, tienden a empeorar el problema. La adolescencia es la edad en la que están creando la personalidad, cuando los detalles se esbozan. Es una de las etapas más delicadas de la vida de una persona porque es la etapa anterior a ser adulto, mental y físicamente. La química corporal no se halla bien definida, y las presionas emocionales fuertes tienen a menudo efectos de largo plazo devastadores.

Cómo detectar si tu hijo/a está sufriendo ciberacoso. ¿Sabes cómo ayudar?

Muchos padres no lo ven, ya sea porque sus hijos tienen cambios de humor naturales, o porque son naturalmente introvertidos o dados a la privacidad. Por eso el consejo de “tu hijo o hija se aísla y no quiere hablar contigo ni hacer nada en familia” no va a servir si tu hijo/a es así normalmente, lo cual es bastante común. Pienso que una señal clave es si tu hijo/a deja de salir con sus amigos y amigas, no quiere salir en general y no quiere tampoco estar en línea. Creo que en cualquier adolescente de hoy en día las tres ocurrencias juntas serían muy improbables. Pero aquí tenéis una lista muy buena sobre señales de que hay un problema (en inglés, pero hay páginas que traducen textos).


Lo mejor que se puede hacer es estar informado. Estando al tanto del día a día de nuestros hijos/as, hablando con ellos y escuchándoles. Entendiendo su lenguaje, conociendo a sus amigos, sus juegos (si es que juegan en línea) y estando presentes en las mismas redes sociales que ellos. Y estas cosas no significan que nos estemos entrometiendo, sino que somos parte de sus vidas.

Un método bueno para seguir los entresijos de las amistades de nuestros hijos, como he mencionado en otro artículo de esta serie, es hacerse amigos de ellos en todas las redes sociales que utilizan. Así sabemos quiénes son sus amigos, sus intereses, sin interferir. Y nos ayuda a ver si hay problemas en el horizonte.

Y hubo un consejo que vi en una de las páginas que he estudiado para esta serie, para padres que quieren auto educarse sobre este problema, que decía que estaba bien hablar con los hijos y explicarles que podían venir a hablarnos de cualquier problema; pero que lo mejor era, además, pedirles que nombrasen a un adulto en común de ambos –un tío o tía, un amigo/a, primos mayores, quien fuese- en quien nuestro hijo/a confiase y que se sentiría cómodo/a hablando con esa persona en caso de que el tema fuese demasiado para hablarlo con nosotros, los padres, directamente. Y no olvidéis explicarle a ese adulto que vuestro hijo/a les ha nombrado y pedir su cooperación. Es muy bueno para nuestros hijos tener otro adulto en quién confiar.

Hay tres claves que os ayudarán siempre: la información, la comunicación, y la prevención.

Ya lo he dicho antes, pero lo repito. No os toméis este tema a la ligera y no deis consejo

que pensáis que va a funcionar usando como brújula exclusiva el sentido común. El sentido común no tiene mucho efecto con el acoso. Pero si averiguáis que vuestro/a hijo/a es víctima de acoso, en persona o en línea, lo primero que hay que hacer es contactar a las autoridades escolares para averiguar si el problema tiene lugar en el centro educativo además de fuera. De ocurrir en el colegio, deben tener una política activa, medidas adoptadas, así como alguien que os asesore. Si el problema no afecta a la escuela, es buena idea contactar a las autoridades locales –o a la escuela, también- para pedir ayuda y consejo. Os pueden informar.

Nunca instiguéis a un adolescente a la retaliación en un caso de ciberacoso. No solo puede crear un problema mucho mayor; la retaliación puede tener el mismo castigo -desde el punto de vista jurídico- que el acoso infligido. Y hablando de leyes, averiguad el código penal para el ciberacoso en vuestra ciudad, estado o país. A veces quizás no lo encontrareis directamente, sino incluido bajo el cabecero general del acoso o acecho criminal. Hay jurisdicciones que los categorizan bajo la misma ley.

Generalmente las leyes permiten presentar cargos por ciberacoso y tened en cuenta que en algunos sitios los padres son legalmente responsables del acoso perpetrado por sus hijos. Con esto no digo que sea aconsejable hablar con los padres del acosador directamente antes de presentar cargos, sobre todo si pensáis que no va a ser una charla tranquila o que va a causar una confrontación verbal o física violenta. Pero conviene conocer los derechos de los jóvenes.

Hay muchísima ayuda capacitada en línea sobre estos temas. Aquí os pongo una lista de los mejores artículos y páginas que he encontrado en el transcurso escribir esta serie. Espero que nunca tengáis causa actual para tener que examinarlos, pero son buena información en cualquier caso.

Una guía completa sobre el ciberacoso para padres ¿Qué hacer si mi hijo es víctima de ciberacoso?

Sobre el ciberacoso para jóvenes Decálogo para una víctima de ciberbullying

Sobre la detección del acoso virtual, Cómo saber si el niño sufre ciberacoso

El diccionario urbano, para entender las palabras nuevas de tus hijos y -a veces- las mías.

Un artículo en inglés sobre cómo el sexting va a ser una parte normal del desarrollo adolescente de nuestra era, Is Sexting Normal?

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