miércoles, 30 de septiembre de 2015

Un Poco de Smog


Debo admitir que cuando leí por primera vez la noticia que Volkswagen admitía haber trucado los motores de 11 millones de vehículos, me quedé atónita.

Atónita por muchas razones. Para empezar, la luchadora medioambiental que llevo dentro se sintió embaucada por una empresa que de siempre había sido un ejemplo de honestidad e integridad. Y la guerrera medioambiental está al tanto de la cantidad inmensa de coches diésel que circulan por la UE, donde son muy populares porque su combustible es mucho más barato y más eficiente en su consumo. Casi la mitad de los coches son diésel en Europa.

Intenté hacer un estimado a cuenta gorda de cuántos de esos coches deben de ser VW. Y entonces empecé a enfadarme.
El quid de la question

Aunque uno sea no muy defensor de las cosas del medio ambiente, cuando se piensa en la trampa empresarial que Volkswagen ha cometido, uno debería enfadarse. Porque es otro de los muchos ejemplos últimamente de cómo las grandes empresas se salen con las suyas en casi todo (les pillaron por mala suerte y de casualidad) por sacar unos centavos más.

Como usuaria de redes sociales, debo admitir que estoy bastante sorprendida de la falta de cobertura sobre este tema en las redes. Me imaginaba que esto le preocuparía a más gente. Y la banquera en mí se pregunta sobre las consecuencias a largo plazo a las que se va a enfrentar el grupo Volkswagen.

La posición europea y la estadounidense 


Este caso puede convertirse en uno que en años posteriores sea utilizado como punto de referencia legal, tanto en la UE como en los EE.UU. Tras el derrame de vertido de BP y los escándalos bancarios que causaron una crisis de la que apenas nos estamos recuperando, en el Departamento de Justicia estadounidense están un pelín hartos de malgastar tiempo y recursos para luego al final solamente imponer multas a las grandes corporaciones que han cometido crímenes claramente y con pleno conocimiento, simplemente porque cuando les pillan se proponen “dispuestos a cooperar”. Porque saben que cuando cooperan sólo les multan.

Hace poco del DoJ (siglas de ese departamento en inglés) pactó una multa de 300 millones de dólares a GM por su inacción en retiro de miles de coches que llevaban un sistema de arranque defectuoso, los cuales causaron la muerte a más de 100 personas y heridas a miles más. Pero nadie ha ido a la cárcel porque se demostraron dispuestos a cooperar con los investigadores. Muchos dentro del Departamento, así como la mayoría de los encuestados creen que ya es hora de empezar a procesar personalmente a los individuos específicos que se esconden tras los crímenes de sus empresas. Y que además las compañías que los albergan y se benefician de sus crímenes deban cooperar plenamente proveyendo los nombres de tales individuos y/o evidencia apoyando su acusación antes de que se considere que están cooperando. De no hacerlo, las multas deberían ser mucho más serias.

Europa: mejor, por los pelos


Hay acusaciones muy feas pululando en Alemania ahora mismo... se acusa al gobierno de Ángela Merkel de estar al tanto de la trampa de VW . El gobierno lo niega tajantemente y hay una investigación abierta para esclarecer exactamente los crímenes de Volkswagen. Hace un par de días el gobierno alemán anunció que se está investigando personalmente a Martin Winterkorn, el (ex) CEO de Volkswagen porque si conocía la trampa y la autorizó se le considera responsable desde el punto de vista judicial e irá a la cárcel.

Hace años que los defensores del medioambiente europeos se quejan de la práctica de muchos países europeos de dejar el diseño de los exámenes de emisiones en manos de la industria del automóvil. No hay consistencia entre los varios países a pesar de la existencia de un estándar similar, y es probablemente por esta razón que no hayan pillado a Volkswagen en Europa sino en EE.UU.

De nuevo el efecto dominó


Las malas noticias no corren sino vuelan. Volkswagen ha visto una caída del 20% en su valor desde que saltó el escándalo. El Presidente ha sido –por supuesto- despedido, aunque se lleva una mullida pensión de 31 millones de dólares. Deberían quitársela.
El efecto smog sobre Los Ángeles


Volkswagen es la mayor empresa automovilística del mundo, y estos motores están esparcidos por todo el planeta. Muchos países ya han abierto sus propias investigaciones sobre la venta de estos coches trucados en sus territorios –aunque he notado que estas investigaciones están ocurriendo muy sospechosamente en países que tienen sus propias industrias del automóvil…-. Estas empresas están pidiendo a gritos la cabeza proverbial de Volkswagen, especialmente teniendo en cuenta que hace un par de años VW acusaba a muchos de ellos a usar tácticas competitivas injustas. Ups.

La gama completa de coches Volkswagen queda de entredicho, si bien los únicos modelos que no se están construyendo en estos momentos son aquellos que VW y Audi han admitido que llevan los motores con programación trucada.

Se avecinan años de aprietos legales para Volkswagen en Estados Unidos y, aunque está claro que va a ser en este país es donde van a pagar las mayores multas, tendrán que comparecer en juzgados en todo el mundo.

Van a rodar muchas cabezas, y algunas de ellas fijo que van a ser de políticos. Pero lo peor va a ser el daño a la reputación.

Décadas de reputación a la basura


En la economía global la reputación es algo muy frágil y ésta es una mancha grandísima en la –anteriormente-impoluta imagen de artesanía honesta alemana, de la cual Volkswagen era el mayor ejemplo. El ministro alemán de Industria ha expresado su preocupación sobre las repercusiones del comportamiento de Volkswagen sobre la imagen de la industria alemana en general. Van a tardar mucho tiempo en limpiar el sello “Made in Germany”.

El salpique


Para empezar creo que nadie se sorprenderá si en breve la UE investigue los programas individuales de análisis de emisiones en cada uno de los países miembros y que se cree un estándar de análisis específico y delineado para toda la zona. Debido a este escándalo se va a ver que muchos gobiernos estaban haciendo caso omiso al problema del abuso en el análisis de emisiones.

Pero además la industria del diésel se enfrenta a un gran problema. Muchos lectores quizás no sepáis esto pero la razón de la popularidad de los motores diésel en Europa (donde hay un montón de Volkswagens y Audis) es que emiten muy poco dióxido de carbono, el cual es el peor de los gases tipo invernadero. Lo que sí que emiten es una variedad de óxidos de nitrógeno, los cuales a gran escala no son muy dañinos pero a nivel local son horribles. Los NOXes, como se les conoce comúnmente son los cases responsables de la polución urbana, esas nubes grises que sobrevuelan las grandes urbes, la polución de flora y fauna y los problemas respiratorios crónicos. Cuando se piensa que el mayor fabricante de motores diésel para coches ha hecho trampa y soltado entre 23 y 40 veces a cantidad legal de NOXes por cada uno de esos 11 millones de coches… el diésel va a sufrir un duro golpe.

Quizás no es mala idea. Sabemos desde hace tiempo que la honestidad sucumbe a menudo a la tentación del dinero, igual que sabemos que la polución medioambiental es asquerosa y letal. A lo mejor ahora es el momento propicio de reevaluar nuestros compromisos para con las tecnologías limpias y renovables, descartar el diésel de los motores de uso personal permanentemente e invertir en la I&D de coches eléctricos e híbridos a gran escala.

Ya veremos.

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