sábado, 30 de abril de 2016

El quid de los Papeles de Panamá



El 3 de abril pasado ha habido una fuga de información (o leak) financiera relacionado con la empresa de finanzas corporativas/legales panameña Mossack Fonseca. La fuga fue de una escala muchísimo más grande que la más famosa hasta la fecha, WikiLeaks. Los papeles de Panamá contienen cientos de miles de documentos que muestran los esfuerzos organizados de esta empresa para esconder la riqueza y los bienes pertenecientes a corporaciones, políticos, aristócratas, ricos y famosos así como personalidades del planeta entero, de sus respectivos países y del público en general.

Durante las semanas que siguieron a la fuga hemos oído de abogados, partidos políticos,
representantes, y todos toditos decían lo mismo “pero es legal”. Sigmundur Gunnlaugsson, el Primer Ministro de Islandia, un país que justo hace nada ha sorteado una inmensa quiebra gubernamental a base de años de estrictas e inusuales restricciones presupuestarias, dimitió al hacerse público que él y su esposa tenían millones en cuentas en este paraíso fiscal. El Ministro de Industria, Energía y Turismo español también ha dimitido. Hay varias cabezas de estado y gobierno deshaciéndose en excusas de que en realidad no estaban involucrados, involucrados “solo en nombre”, y otras ocurrencias por el estilo.

Pero… ¿por qué se excusan, si dicen que es legal?

La respuesta es la explicación de qué son estas cuentas en países extranjeros que actúan de paraísos fiscales.

Todos pagamos impuestos. Hace unas décadas solía ser que cuanto más ganaba uno, más
impuestos pagaba. Éste sigue siendo el caso en aquellos países que tienen gobiernos que manejan bien sus presupuestos. A cambio de los impuestos, esos gobiernos responden con bienes públicos y ayuda pública de mayor calidad.

Pero con el pasar de los tiempos algunos (ricos) se dieron cuenta que si escondían su dinero del gobierno, no tenían que pagar tantos impuestos. Convenientemente, existían instituciones financieras y empresas en países extranjeros con leyes fiscales mucho más relajadas (que no cobraban impuestos sobre vienes a extranjeros o procedentes del extranjero) dispuestos a aceptar los depósitos y títulos sobre bienes por un precio. Suiza se conoce tradicionalmente como el primer paraíso fiscal, pero hay otros esparcidos por todo el planeta. Panamá es uno de ellos.

Pero esto incluso existe dentro de los Estados Unidos, ya que hay estados de hacen lo mismo, como por ejemplo Delaware que ofrece 0% de impuesto corporativo y 0% impuesto sobre el valor añadido.

Entonces, ¿por qué se enfada la gente?

Es una cuestión de honestidad, cooperación y de compartir la carga. Porque los ciudadanos de a pie en estos sistemas declaramos nuestros ingresos –a regañadientes-
año tras año, y pagamos lo que debemos como porcentaje de esos ingresos ganados honradamente. Nuestros impuestos se usan para carreteras, calles, ciudades y bienes de uso público como el alumbramiento y los servicios médicos en aquellos países que ofrecen seguridad social médica. Esos impuestos también nos ayudan a educar a nuestros hijos, ofreciendo colegios públicos, los centros deportivos donde se ponen fuertes y los parques donde juegan. Los impuestos cubren estos servicios y emplean al personal que los instala y mantiene, desde el doctor al que limpia las calles.

Pero estos últimos años todos hemos visto cómo nuestros gobiernos cada vez tienen más problemas para subvencionarlo todo. Sí, en algunos casos es cuestión de mala supervisión. Pero hay mucho otros países donde las cosas iban bien, y ahora tienen que hacer recortes que resultan en el empeoramiento general de la calidad de vida a pesar de que el ciudadano de a pie paga impuestos. Y encima esos impuestos siguen subiendo.

Por culpa de las cuentas en paraísos fiscales

Todo el dinero que un rico no declara en su país es dinero que no paga impuestos. Dinero de podría y debería ayudar al sistema para ofrecer esos servicios comunes. Pero usan puntos débiles en el sistema legal y fiscal que solo están en sus manos – he aquí la ironía- porque tienen dinero para pagar por usarlos.

Y lo que es peor: cuando esos impuestos no se pagan, esa falta tiene que ser paliada por otras vías; recortes (despidos, menos servicios disponibles, y con más trabas) y más impuestos para aquellos que para empezar ya los pagaban.

Por eso se enfada la gente. Porque es ser deshonesto para con los demás ciudadanos de tu país.


Repercusiones económicas adicionales

Y encima estas cuentas perjudican la economía por doble partida.

En términos generales los países funcionan así: el dinero en circulación (salarios, pagos) la

gente lo deposita en bancos, cooperativas, cajas de ahorro. Por su dinero reciben interés y, a cambio, esas instituciones financieras usan el dinero de todos los depositantes para invertir en bonos, títulos, certificados valorados en grandes cantidades de dinero. Estas inversiones pueden ser cosas de banca, bonos del tesoro, o inversiones en industrias, producciones, productos en bruto e incluso creaciones de empresas nuevas, todos ellos obtenibles a través de fondos mutuos enormes o inversiones directas de capital. Estas inversiones crean empleo para la población, los que trabajan creando estos productos en los que la banca invierte. Trabajadores que ganan a su vez salarios, pagan impuestos, sustentando familias que necesitan ser educadas, cuidadas por médicos, caminar en calles limpias y con posibilidades de trabajo en el futuro. El dinero de sus impuestos debería proveer.

Pero cuando la gente acapara su dinero en cuentas en el extranjero, se queda ahí, sin proveer un efecto en el país de su dueño. Ni paga impuestos ni pone el dinero en circulación de manera activa para propulsar la economía, como debería funcionar; no, lo esconde egoístamente en Panamá u otro paraíso fiscale, y deja que la economía de su país lo sufra.

Pero es legal, nos insisten.

La pregunta es ¿qué vamos a hacer nosotros al respecto?

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